23 mayo, 2010

Los palos del telégrafo

Uno, dos, tres,
otra vez
los palos del telégrafo
junto a mi tren.

Uno, dos, tres,
uno, dos, tres.
¡Cómo me gusta irme
para volver!

Telegramas azules
pondfré después.
Norte, Sur, Este, Oeste,
uno, dos, tres.

-He llegado. -Ya vuelvo.
-Te vengo a ver.
-No me esperes. -Mañana.

Uno, dos, tres,
uno, dos, tres,
los palos del telégrafo
junto a mi tren.


Celia Viñas

13 mayo, 2010

El Sombrero de Tres picos

Es la obra más ovacionada de Pedro Antonio de Alarcón, tanto así que se crearon otras obras basando en esta, un ballet y una ópera; en esta obra él trabajo con una leyenda popular sobre un Corregidor y una Molinera donde le adorna con variantes.

Una de las características de este escritor es la utilización del costumbrismo y el romanticismo y en esta pequeña novela se rescatan y se resaltan claramente.

En resumen se puede mencionar que el tema principal es el amor recíproco, los factores de confianza en dicho amor que se pueden fortalecer o dañar, todo esto se describe en las equivocaciones de un esposo celoso, de un corregidor que intenta seducir a una molinera pero todo resulta al revés.

Sin arruinarles la historia, les pongo un poco de argumento, la historia se desarrolla en un pequeño pueblo de España en la época de Carlos IV, donde vive un molinero con la mala suerte de contar con fealdad toda su vida pero con rebosante simpatía, este vivía con su esposa la molinera con que contó con la buena suerte de ser una mujer que muchos hombres la encontraban con divina belleza uno de estos hombres era el corregidor del pequeño pueblo, que bien casado se encontraba y había engendrado hijos.

El señor corregidor del pueblo ante sus deseos genera una estrategia, según él la más óptima para alejar el estorbo del molinero y tener el camino libre y sin peligros para seducir a la molinera, a pesar de engañar a su mujer.

A pesar de tomar ciertas molestias ilegales para su puesto con tal de tener una posible aventura con su amor platónico, al corregidor no le salen las cosas bien y literalmente cae en un hoyo en el camino de su propia trampa. Por lo tanto al presentarse donde la noble molinera esta se compadece y le ayuda, pero no pensemos mal.

A pesar que el corregidor prometió ayudar a la molinera con una situación de un sobrino de ella, la astuta molinera se da cuenta del engaño y huye, pero tomó un rumbo distinto al de su marido, provocando que se dieran mal interpretaciones y equivocaciones que al final se manifiestan con reproches para el molinero y el corregidor por parte de sus respectivas esposas.

Una comedia digna para ser leida, personalmente recomiendo esta novela.

Les dejo dos enlaces donde pueden leer el libro:
- Google Libros
- Wikisource

01 mayo, 2010

Oda al Mar

Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.

Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata,
de cristal o de luna,
nació para las pobres
cocinas de la tierra.
No lo guardes,
avaro,
corriendo frío como
relámpago mojado
debajo de tus olas.
Ven, ahora,
ábrete
y déjalo
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
padre verde y profundo,
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos
cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
tus trigos y tus uvas,
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
y el fruto sumergido.

Padre mar, ya sabemos
cómo te llamas, todas
las gaviotas reparten
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
tu bella dentadura,
déjate por un rato
de gloriosas historias,
danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un pez grande o pequeño
cada día.
Sal por todas las calles
del mundo
a repartir pescado
y entonces
grita,
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan
y digan,
asomando a la boca
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
repartiendo pescado".
Y volverán abajo,
a las tinieblas,
sonriendo, y por las calles
y los bosques
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
Pero
si no lo quieres,
si no te da la gana,
espérate,
espéranos,
lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
un hilo atómico
guardará tu cintura,
plantaremos
en tu jardín profundo
plantas
de cemento y acero,
te amarraremos
pies y manos,
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez, está el pan,
está el milagro.

Pablo Neruda


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Poema de la semana, a petición de Marco Sanabria